viernes, 29 de abril de 2011

Hoy

Por fin. Por fin puedo mirar al cielo y dar las gracias. Jamás creí que íbas a mirarme sin saber qué decir. En medio de ese largo silencio, pude contártelo todo. Al mismo tiempo, tus ojos reflejaban las miles de palabras que tenías adentro. Ambos sabíamos que no era necesario decir nada. Nos cogimos de la mano. Temblábamos los dos como niños nerviosos hasta que nos fundimos en un abrazo. Y, en ese instante, todo el universo dejó de moverse en su eje y comenzó a moverse alrededor de nosotros.

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